No culpes más a tu edad: La verdadera razón por la que fracasas al aprender un idioma extranjero podría sorprenderte
¿Acaso tú también has lamentado: "Ay, ojalá hubiera empezado a aprender inglés de pequeño, ahora que soy mayor, mi cerebro ya está embotado"?
Es una frase que casi todos hemos oído, e incluso dicho en primera persona. Vemos a esos niños que crecieron en el extranjero y en cuestión de meses son capaces de hablar un idioma extranjero con fluidez, y así sacamos una conclusión: para aprender idiomas hay una "edad de oro", y si se te pasa, ya no hay vuelta atrás.
Pero, ¿y si te dijera que esta idea, quizás, está completamente equivocada de principio a fin?
El verdadero problema por el que los adultos no aprenden bien un idioma extranjero no reside en tu edad, sino en que hemos utilizado el método equivocado.
Explicémoslo con una historia sencilla
Imagina aprender a cocinar.
El primer tipo de persona, lo llamaremos "el pequeño aprendiz". Es un niño que, con hambre, quiere aprender a cocinar. Cada día, sigue a su madre, observando cómo corta las verduras, cómo echa la sal. Empieza con las tareas más sencillas: ayudar a lavar las verduras, pasar un plato. Quizás no sabe qué es la "reacción de Maillard", pero sabe que la carne, cuando está dorada y crujiente, es la más sabrosa. Ha cometido muchos errores, como confundir el azúcar con la sal, pero cada vez que se equivoca, prueba el resultado de inmediato. Su objetivo es claro: preparar una comida que le llene el estómago. Está usando la cocina, no estudiándola.
El segundo tipo de persona, lo llamaremos "el teórico". Es un adulto que ha decidido aprender a cocinar "sistemáticamente". Ha comprado una pila de gruesos libros de teoría culinaria, estudia la estructura molecular de los diferentes ingredientes, memoriza las recetas exactas de diversas salsas. Puede decirte 10 técnicas diferentes para cortar con cuchillo, pero nunca ha cortado una cebolla de verdad. Cuando por fin entra en la cocina, su mente está llena de reglas y prohibiciones, teme que el fuego no sea el adecuado, que la sal no esté en su punto. El resultado es que hasta un simple huevo frito lo hace con temor.
¿Lo has notado?
Los niños que aprenden idiomas son como ese "pequeño aprendiz". Se encuentran en un entorno donde deben comunicarse. Para hacer amigos, para pedir juguetes, para expresar "tengo hambre", se ven obligados a abrir la boca. No les importa si la gramática es perfecta, solo si el otro entiende. Aprenden a través de la imitación, la prueba y error, y la retroalimentación inmediata. Para ellos, el idioma es una herramienta para resolver problemas.
La mayoría de los adultos que aprenden idiomas, en cambio, son como "el teórico". Nos aferramos a gruesos libros de gramática, memorizamos listas de vocabulario que nunca usaremos y nos obsesionamos con si después de "he" va "is" o "are". Tratamos el idioma como una disciplina profunda para estudiar, en lugar de una herramienta para comunicarse. Tenemos miedo a cometer errores, miedo a "hacer el ridículo", y el resultado es que dominamos un montón de reglas, pero no podemos decir una frase completa.
Tu "cerebro adulto" es, en realidad, tu superpoder
Siempre pensamos que el cerebro "en blanco" de un niño es una ventaja, pero hemos ignorado la verdadera baza del adulto: la cognición y la lógica.
Un niño quizás sabe cómo decir "Quiero beber agua", pero no puede discutir contigo el significado profundo de una película ni explicar un fenómeno social complejo. Mientras que tú, como adulto, ya posees una vasta base de conocimientos y una perspectiva única del mundo. Estos no son obstáculos para el aprendizaje, sino tu más valioso trampolín.
La cuestión es: ¿cómo activar este superpoder? La respuesta es sencilla:
Deja de ser un "teórico del idioma" y empieza a ser un "usuario del idioma".
¿Cómo "aprender" de verdad un idioma, como "el pequeño aprendiz"?
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Encuentra tu "hambre": No aprendas un idioma por el simple hecho de "aprender un idioma". Pregúntate, ¿por qué quieres aprenderlo realmente? ¿Es para entender una película sin subtítulos? ¿Para poder charlar con los locales cuando viajes? ¿O para conversar con amigos al otro lado del mundo? Ese objetivo concreto e intenso es toda la motivación que necesitas para seguir adelante.
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Empieza por "freír un huevo": No te lances directamente a preparar un "banquete de gala". Olvídate de esas oraciones complejas y largas o de los debates filosóficos. Empieza por las "recetas" más sencillas y prácticas: ¿cómo presentarte? ¿Cómo pedir un café? ¿Cómo hablar de tu música favorita? Domina primero lo que puedas usar de inmediato.
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Convierte tu vida en una "cocina": Crea un entorno donde puedas "poner las manos a la obra" en cualquier momento. El paso más sencillo es cambiar el idioma del sistema de tu móvil al idioma objetivo. Te sorprenderá descubrir que las palabras con las que interactúas a diario se te quedan grabadas sin darte cuenta. Escucha canciones en idiomas extranjeros, mira series en idiomas extranjeros, deja que el sonido de ese idioma te envuelva.
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Lo más importante: "cocina" con alguien: Nunca aprenderás a cocinar para los demás solo leyendo recetas. El lenguaje es para comunicarse, su vitalidad reside en la interacción. Atrévete a hablar con un nativo.
Sé que este paso es el más difícil. Miedo a decir algo mal, miedo a un silencio incómodo, miedo a que la otra persona no tenga paciencia... Esta sensación es como si hubieras preparado un plato con esmero, pero temes que los demás digan "no está bueno".
En ese momento, una buena herramienta es como un "ayudante de cocina" paciente que puede ayudarte a eliminar el miedo. Por ejemplo, una aplicación de chat como Intent, que tiene traducción instantánea por IA incorporada. Puedes hacer amigos con audacia en todo el mundo, y cuando te quedes "atascado" o no sepas cómo expresarte, la IA te echará una mano de forma natural, permitiendo que la conversación fluya sin problemas. Te ofrece una "cocina" real con una red de seguridad, permitiéndote ganar confianza practicando, en lugar de rendirte por miedo.
Así que, no uses más la edad como excusa.
No es que no puedas aprender, solo necesitas cambiar tu enfoque. Tu cerebro no está "oxidado"; en realidad, es un superordenador con una enorme cantidad de datos, que solo está esperando a que se inicie el programa correcto.
Ahora, olvídate de esos gruesos "libros de recetas". Entra en la cocina, encuentra tu primer objetivo y empieza a "cocinar" tu primer "plato de conversación".
Encuentra a tu primer compañero de conversación en Lingogram.