El "idioma perfecto" artificial, ¿por qué acabó perdiendo frente a una flor silvestre?
¿No te parece que aprender un idioma extranjero es realmente difícil?
Un sinfín de palabras que memorizar, una gramática que no se entiende y pronunciaciones de lo más extrañas. Nos esforzamos muchísimo precisamente para poder comunicarnos con personas de diferentes orígenes culturales y ver un mundo más grande.
En ese momento, quizás te surja la idea: ¿No sería maravilloso si existiera un idioma universal, súper sencillo, con una lógica impecable, que todo el mundo pudiera aprender al instante?
Pues, fíjate, hace más de cien años, alguien convirtió esa idea en realidad. Se llama "esperanto".
Su creador era un médico polaco que fue testigo de innumerables conflictos que surgían entre personas de diferentes idiomas a causa de malentendidos. Por ello, quiso crear una lengua neutral y fácil de aprender para eliminar barreras y conectar el mundo.
La idea parecía impecable. Se dice que las reglas gramaticales del esperanto se pueden aprender en una sola tarde, y su vocabulario procede en su mayoría de lenguas europeas, lo que lo hace muy accesible para muchos.
Sin embargo, más de un siglo después, esta "solución perfecta" apenas ha llamado la atención y se ha convertido en una afición de nicho entre los entusiastas de los idiomas.
¿Por qué?
La respuesta es sencilla: porque es como una flor de plástico cuidadosamente diseñada.
Perfecta, pero sin aroma
Imagina una flor de plástico. Es de colores vivos, de forma perfecta, nunca se marchita y no necesita ni agua ni abono. Desde cualquier punto de vista, cumple la definición de "flor", incluso más "estándar" que una flor real.
Pero nunca te enamorarás de ella.
Porque no tiene vida, no tiene alma. No tiene la historia de haber echado raíces en la tierra, desafiando el viento y la lluvia, y mucho menos el aroma único que atrae a las abejas y mariposas.
El esperanto es esa flor de plástico en el mundo de los idiomas. Tiene una gramática ordenada, una lógica clara y ha eliminado todos los "problemas" de las irregularidades. Pero el lenguaje nunca ha sido solo una herramienta fría para el intercambio de información.
La verdadera vitalidad del lenguaje reside en su "aroma" único, es decir, la cultura.
¿Por qué aprendemos un nuevo idioma?
Aprendemos inglés no solo para entender manuales de instrucciones, sino también para comprender las letras de nuestras canciones favoritas, entender las últimas superproducciones de Hollywood y captar ese humor y esa forma de pensar.
Aprendemos japonés para experimentar en persona los Natsu Matsuri (festivales de verano) de los animes, entender la soledad en las palabras de Haruki Murakami y sentir el espíritu artesanal (匠人精神) de la cultura japonesa.
Términos como "江湖" (Jiānghú, el mundo de los artistas marciales errantes o el ambiente de intrigas y desafíos), "缘分" (Yuánfèn, la conexión predestinada o afinidad) y "烟火气" (Yānhuǒqì, la vivacidad y calidez de la vida cotidiana) en chino, o "Cozy" (acogedor) y "Mindfulness" (atención plena) en inglés: detrás de todas estas palabras se encuentran siglos de historia, mitos, costumbres y formas de vida.
Este es el verdadero encanto del lenguaje, el "aroma" que nos atrae a aprenderlo a pesar de las grandes dificultades.
Por otro lado, el esperanto, esta "flor perfecta" nacida en un laboratorio, carece precisamente de todo esto. No lleva la memoria colectiva de una nación, no tiene literatura, música o cine coexistiendo con ella, y mucho menos las bromas o memes que circulan en las calles y callejones.
Es perfecto, pero no tiene esencia. La gente no se apasiona por una herramienta, pero sí se fascina por una cultura.
No necesitamos unificación, sino conexión
Entonces, ¿estaba equivocado ese sueño de un "mundo interconectado"?
No, el sueño no está mal, solo que la forma de lograrlo necesita una actualización.
No necesitamos reemplazar las "flores silvestres" de mil colores y formas distintas de todo el mundo con una "flor de plástico", sino construir un puente que conecte todos los jardines. No debemos sacrificar la cultura y la historia únicas que hay detrás de cada idioma en aras de la conveniencia de la comunicación.
En el pasado, esto parecía inalcanzable. Pero hoy, la tecnología está haciendo realidad este sueño de una manera aún más maravillosa.
Herramientas como Lingogram son un excelente ejemplo. Es una aplicación de chat con traducción de IA integrada que te permite comunicarte libremente con personas de cualquier rincón del mundo en tu propio idioma.
Si dices "烟火气" en chino, la otra persona verá de inmediato la traducción y explicación más apropiada. No necesitas ser un experto en idiomas para sentir directamente la esencia de la cultura de la otra persona.
No elimina el "aroma" único de cada idioma, sino que te permite percibir la fragancia de otra flor de manera más directa y sencilla.
Quizás esta sea la mejor manera de conectar el mundo: no eliminando las diferencias, sino abrazando y entendiendo cada una de ellas.
Al fin y al cabo, la verdadera comunicación comienza cuando estamos dispuestos a apreciar las diferencias de los demás.