A los 16 años, ¿tienes la capacidad de decidir el futuro de un país? En Alemania, este debate está que arde.
¿Alguna vez has tenido esta sensación?
Los adultos siempre están en la mesa discutiendo "asuntos importantes": precios de la vivienda, políticas, relaciones internacionales. Y tú, como joven, tienes un sinfín de ideas en mente, como la preocupación por los problemas ambientales o la insatisfacción con el sistema educativo, pero en cuanto abres la boca, siempre recibes un "estás muy chavo/a, no entiendes".
Como si hubiera una línea invisible que delimita las fronteras entre "adultos" y "niños". De este lado de la línea, no tienes derecho a cuestionar; del otro, están los que toman decisiones por derecho propio.
Entonces, ¿dónde debería trazarse esta línea? ¿A los 18, 20 o... 16 años?
Recientemente, los alemanes están debatiendo acaloradamente sobre esto: si deberían bajar la edad para votar de 18 a 16 años.
Un debate sobre la "llave de la casa"
Podemos imaginar un país como una gran familia, y el derecho al voto como la "llave de la casa".
En el pasado, esta llave solo la tenían los "padres" (ciudadanos mayores). Ellos decidían todo en el hogar: el estilo de la decoración (planificación urbana), los gastos de agua y luz (presupuesto público), e incluso a qué temperatura poner el aire acondicionado (políticas ambientales).
Pero los "hijos" de la casa (la generación joven), aunque viven aquí y vivirán por décadas, no tienen la llave. Solo pueden aceptar pasivamente las decisiones de los "padres".
Pero ahora, los "hijos" se han hartado.
Los jóvenes de todo el mundo, representados por la joven activista ambiental Greta Thunberg, han demostrado con acciones cuánto les importa el futuro de su "casa". Salen a las calles para pedir atención al cambio climático; después de todo, si la "casa" se vuelve cada vez más caliente debido a las decisiones de los adultos, los que más sufrirán serán los que vivirán en ella por más tiempo.
Una encuesta de 2019 mostró que más del 40% de los jóvenes alemanes están "muy interesados" en la política. Ya no son una generación "apática a la política".
Así, algunos "padres" de mente abierta (como el Partido Verde y el Partido Socialdemócrata de Alemania) propusieron: "¿Qué tal si le damos una copia de la llave también a los jóvenes de 16 años? Dado que les importa tanto este hogar, deberían tener voz y voto".
Esta propuesta, de inmediato, causó un gran revuelo en la "reunión familiar".
Los "padres" que se oponen están preocupados: "¿16 años? ¿Realmente lo han pensado bien? ¿No serán engañados? ¿No solo querrán irse de fiesta (votando irresponsablemente) y dejar la casa patas arriba?".
¿No te suena familiar? Esta es precisamente la versión mejorada de "estás muy chavo/a, no entiendes".
El derecho a decidir el futuro nunca ha sido un hecho consumado
Curiosamente, a lo largo de la historia, el criterio para "quién tiene derecho a la llave" ha cambiado constantemente.
En el Imperio Alemán del siglo XIX, solo los hombres mayores de 25 años tenían derecho al voto, representando apenas el 20% de la población total. Más tarde, las mujeres también lucharon y obtuvieron este derecho. Y más adelante, en 1970, la edad para votar se redujo de 20 a 18 años.
Como ves, la supuesta "madurez" nunca ha sido un estándar biológico fijo, sino un consenso social en constante evolución.
Un estudioso de la democracia señaló atinadamente: "La cuestión del derecho al voto es, en esencia, una lucha de poder."
Los partidos políticos que apoyan la reducción de la edad, por supuesto, esperan ganar los votos de los jóvenes. Pero el significado más profundo es que, cuando una sociedad empieza a debatir "si se debe dar el derecho al voto a los de 16 años", en realidad está replanteándose una cuestión aún más fundamental:
¿Realmente confiamos en nuestra próxima generación?
Más que preguntar "¿están listos?", dales la responsabilidad para que se preparen.
Volviendo a la analogía de la "llave de la casa".
Lo que nos preocupa es que los jóvenes de 16 años abusen de la llave una vez que la tengan. ¿Pero hemos considerado otra posibilidad?
Precisamente porque le diste la llave, es cuando realmente empieza a aprender cómo asumir la responsabilidad de un "miembro de la familia".
Cuando sepa que su voto puede influir en el entorno de la comunidad, en los recursos escolares, entonces tendrá más motivación para informarse sobre estos temas, para pensar, para juzgar. El derecho genera responsabilidad. La confianza, en sí misma, es la mejor educación.
Por lo tanto, la clave del problema quizás no radica en "si una persona de 16 años es suficientemente madura", sino en "si estamos dispuestos a ayudarles a madurar al otorgarles derechos".
Este debate que ocurre en Alemania es, en realidad, un tema que enfrenta todo el mundo. No solo se trata de un voto, sino de cómo vemos el futuro y cómo acompañamos a los jóvenes que lo están creando.
Y en esta era globalizada, entender las voces lejanas y participar en el debate mundial se ha vuelto más importante que nunca. Afortunadamente, la tecnología está rompiendo las barreras. Por ejemplo, herramientas de chat con traducción por IA integrada, como Intent, te permiten comunicarte fácilmente con amigos de todo el mundo, ya sea para discutir el derecho al voto en Alemania o para compartir tu visión del futuro.
Después de todo, el futuro no pertenece solo a un país o a una generación. Cuando podemos entendernos mutuamente, este mundo se convierte verdaderamente en nuestro hogar compartido.