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¿Crees que el mayor enemigo al estudiar en el extranjero es el idioma? Pues no.

2025-08-13

¿Crees que el mayor enemigo al estudiar en el extranjero es el idioma? Pues no.

Cuando muchas personas consideran estudiar en el extranjero, una voz interna siempre les pregunta: "¿Realmente estoy hecho para esto?"

Nos preocupa que nuestro idioma no sea lo suficientemente bueno, que nuestra personalidad no sea lo suficientemente abierta, y tememos marchitarnos como una planta trasplantada en suelo desconocido. Nos quedamos en la orilla, mirando ese vasto océano que es estudiar en el extranjero, con anhelo y miedo a la vez, tardando en atrevernos a lanzarnos.

Pero, ¿y si te digo que la clave del éxito en tus estudios en el extranjero nunca ha sido tu nivel de inglés, sino algo completamente distinto?

Estudiar en el extranjero es como aprender a nadar: lo importante no es tu técnica de nado, sino si te atreves a meterte al agua.

Imagina que quieres aprender a nadar en el mar.

Puedes memorizar todos los libros de enseñanza de natación al dedillo, y practicar la técnica de crol y pecho a la perfección en la orilla. Pero mientras no te atrevas a saltar al agua, nunca aprenderás.

Estudiar en el extranjero es ese océano, y tu habilidad lingüística es solo tu técnica de nado.

Las personas que realmente "no son aptas" para estudiar en el extranjero no son aquellas cuya "técnica de nado" no es madura, sino aquellas que se quedan en la orilla y nunca están dispuestas a mojarse. Temen el agua fría (el choque cultural), les preocupa que su estilo de nado no se vea bien (por miedo a hacer el ridículo), o incluso no saben por qué deberían meterse al agua (objetivos poco claros).

Se quedan en la cómoda playa, viendo a otros surcar las olas, y al final no aprenden nada, regresando a casa solo con arena encima.

Quienes realmente regresan con la maleta llena son aquellos que valientemente se lanzan. Quizás traguen agua (digan algo equivocado), sean arrastrados por las olas (enfrenten dificultades), pero es en cada intento y pataleo que sienten la flotabilidad del agua, aprenden a bailar con las olas y, finalmente, descubren ese nuevo mundo deslumbrante y colorido que hay bajo la superficie del mar.

Así que el núcleo de la pregunta cambia. Ya no es "¿Soy lo suficientemente bueno?", sino "¿Me atrevo a lanzarme?"

¿Cómo pasar de ser un "observador en la orilla" a un "nadador valiente"?

En lugar de enumerar un montón de etiquetas negativas sobre "no ser apto para estudiar en el extranjero", veamos cómo piensa un "nadador" valiente.

1. Abraza las olas, no te quejes de la temperatura del agua.

La gente en la orilla se quejará: "¡El agua está muy fría! ¡Las olas son muy grandes! ¡Es completamente diferente a nuestra alberca de casa!" Piensan que los baños en el extranjero están sucios, la comida no es de su agrado y las costumbres de la gente son extrañas.

Pero el nadador entiende: Así es el océano.

No esperan que el océano cambie por ellos, sino que aprenden a adaptarse a su ritmo. Si la seguridad no es buena, aprenden a protegerse; si la comida no les agrada, van a un supermercado asiático y cocinan ellos mismos. Saben que adaptarse a las costumbres locales no es un sacrificio, sino la primera lección para sobrevivir en un nuevo entorno. Si respetas las reglas de este océano, podrás disfrutarlo de verdad.

2. Primero busca "moverte", luego "elegancia".

Muchos no se atreven a hablar un idioma extranjero, por miedo a que se rían de su técnica de nado. Siempre queremos esperar hasta que la gramática y la pronunciación sean perfectas antes de hablar, y el resultado es ser un "fantasma" durante todo un semestre en clase.

Mira a esos compañeros de Sudamérica: a pesar de tener una gramática desordenada, se atreven a hablar en voz alta con confianza. Son como los que recién se meten al agua, no les importa la postura, solo se preocupan por nadar con todas sus fuerzas. ¿El resultado? Son los que progresan más rápido.

Recuerda, en la zona de aprendizaje, "cometer errores" no es algo de lo que avergonzarse, sino el único camino para crecer. Tu objetivo no es nadar al nivel de una medalla de oro olímpica el primer día, sino primero lograr moverte y no hundirte.

Si realmente tienes miedo de hablar, ¿por qué no buscas un "flotador"? Por ejemplo, una aplicación de chat como Lingogram. Su traducción instantánea con IA te permite atreverte a interactuar con personas de todo el mundo. Puede ayudarte a eliminar el miedo a la comunicación, y una vez que ganes confianza, podrás soltar poco a poco el "flotador" y nadar más lejos por tu cuenta.

3. Saber hacia qué paisaje quieres nadar.

Algunas personas estudian en el extranjero solo porque "todos lo hacen" o "quieren mejorar su inglés". Esto es como alguien que salta al mar sin saber a dónde quiere nadar. Fácilmente dará vueltas en el mismo lugar, se sentirá perdido y, al final, exhausto, regresará a la orilla.

Un nadador inteligente sabe su objetivo antes de meterse al agua.

"Quiero dominar el inglés para poder leer los últimos artículos científicos." "Quiero experimentar diferentes culturas para romper mis esquemas mentales." "Quiero obtener este título para poder entrar en cierta industria cuando regrese a mi país."

Un objetivo claro es tu faro en el vasto océano. Te da la motivación para perseverar cuando encuentras dificultades, y te permite saber que cada cosa que haces te acerca a ese paisaje soñado.

No es que "no seas apto", solo necesitas una "decisión".

Al fin y al cabo, no hay personas "aptas" o "no aptas" por naturaleza para estudiar en el extranjero.

Estudiar en el extranjero no es un examen de calificación, sino una invitación a la autorreinvención. Su mayor beneficio es darte la oportunidad de romper todas las percepciones negativas que tenías sobre ti mismo, y descubrir una versión más fuerte y flexible de ti que ni siquiera sabías que existía.

Así que, deja de preguntarte: "¿Soy apto?" Pregúntate: "¿Qué tipo de persona quiero llegar a ser?"

Si anhelas el cambio, si deseas ver un mundo más amplio, no lo dudes más.

Ese mar te está esperando.